sábado, 23 de abril de 2011

HACIA EL MORRO DE TOIX -DIVISORIA MARITIMA CALPE/ ALTEA

Colgaba hace unos días-quizá a modo premonitorio-en Crónicas Ibañesas una espectacular imagen del Morro de Toix, visto de frente, tomada del blog de otro aventurero solitario. Pensé que la rotundidad geológica de dicho relieve en uno de los reductos costeros de mayor belleza de toda la costa mediterránea española desde el Cap de Creus hasta Algeciras (mal que les pese a los furibundos, provincianos y medievalistas nacionalistas catalanes), merecía una reflexión a modo de apunte rápido en lo que considero mi blog de cabecera: ese que casi día a día voy rellenando en mi casa de los márgenes de la Llanura. La implacable llanura que agosta corazones y calcina entendimientos, convirtiendo al paisanaje en una suerte de ganado lanar altamente complaciente con los sinvergüenzas que manejan los asuntos de la política. Y no digo más...[  ] Hoy, siendo 23 de abril, día del libro y de San Jorge, santo heroico medieval que venció al dragón de la ignorancia, salgo montado en mi bici de montaña a la conquista de estos bravíos parajes entre Altea y Calpe, paradigma de pueblos marineros y de todo aquello, bueno y malo, que se ha hecho humanamente mirando al mar de la Historia y la Civilización Occidental. Combino 19km a toda pastilla sobre los pedales (22km/h de velocidad media; 55minutos, con subida más o menos severa al final), con unas decenas de metros de trepada por la peligrosa cresta de la punta NE del Toix, el castellar que cuelga directamente sobre el épico tajo del Mascarat, vertiginoso desfiladero, refugio de bandidos y piratas.


Fotos 1 y 2: Espigones paralelos al Paseo Marítimo de ALTEA. Mirando al NE: Morro de Toix y Peñón de Ifach.

Fotos 3 y 4: Saliendo de ALTEA por laN-332 sobre el puente del río ALGAR, que baja de las profundidades calcáreas de Bernia, cuyos dentados perfiles se ven ahí mismo, más de mil metros sobre nuestras cabezas. En la foto 4-enfilo ya las últimas y duras pendientes hacia el Mascarat, puerto y desfiladero-se ve el bastión NE del Morro de Toix, adonde subiré trepando por la fina y expuesta arista dentro de poco.

La nacional 332 une a través del complicado paso, o desfiladero, del Mascarat las bahías de Altea y Calpe. Para salvar esta rotunda manifestación del relieve, un tajo vertical de varios cientos de metros que separa el núcleo principal de Bernia de sus espolones terminales que caen directamente sobre el mar, la ingeniería ha tendido puentes, túneles y viaductos que horadan las entrañas de la montaña y son también la manera de salvar una frontera evidente climática (al menos, en el aspecto de las precipitaciones) y topográfica. La autopista A-7, eje primordial del llamado Arco Mediterráneo, el ferrocarril de vía estrecha que une Alicante con Dénia (el tranvía diésel que te lleva por un recorrido de ensueño cruzando dominios climáticos que van del duro desierto alicantino hasta los vergeles de nísperos de Altea y los naranjales inmensos de Denia) y la mencionada N-332, cuyo tráfico horroroso es capaz de desalentar al más correoso de los ciclistas, superponen sus estructuras al salvar este mítico desfiladero. Hay un magnífico libro del profesor Rafael Cebrián, titulado "Altea. Mar y Montañas", uno de cuyos epígrafes trata pormenorizadamente aspectos históricos, geológicos y literarios (mitos y leyendas) de El Mascarat. De cualquier modo, no es lo mismo verlo en los libros (o desde los viaductos faraónicos de la A-7, la cual pronto se introduce en las entrañas de Bernia, desde donde apenas se intuye) que contemplarlo y sufrirlo desde la fragilidad individual de uno mismo sobre su bicicleta.

Fotos 5 y 6: el vertiginoso, pero sólido puente, de la antigua nacional, cuyos túneles han sido sellados..., recordando obras de recia factura romana.

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