miércoles, 27 de octubre de 2010

HACIA EL LUMINOSO BENIDORM (OCTUBRE 2010)

Este puente de El Pilar nos decidimos por los aledaños de Benidorm, paradigma del turismo masivo de sombrilla, chiringuito y playa, actualmente asaltado por los viajes que organiza el Inserso (o las consejerías correspondientes) para tener contentos y satisfechos a los jubilados patrios. Y a ver si así se les olvida las ridículas pensiones que cobran por haberse desrillonado a trabajar toda la vida en este país de mierda. Eso sí, los políticos de turno, quienes se aseguran pensiones de poderosa enjundia, andan a la caza del fácil voto sexagenario y organizan esta especie de festival de viajes casi regalados para que estos paisanos del interior meseteño que nunca han visto el mar se deshagan en elogios hacia el eminente Barreda (se me ocurre), tal que si fuera el señor feudal justo y compasivo. He dicho. Pero... ¿Tiene esto algo que ver con el relato pormenorizado de esta bonita, sencilla y doméstica expedición? Pretendía ser sólo un apunte personal. Inevitable por otro lado cuando nos referimos a esa impresionante expresión urbana que es Benidorm.

              Hemos elegido el camping Almafrá, que entra dentro de la amplia oferta ibérica del Camping Chek. Por sólo un asequible suplemento tenemos opción a una parcela céntrica de 100m2 para estacionar nuestras anchas y largas caravanas. Salimos, pues, un Viernes a mediodía, en viajera formación por la N-322  a la búsqueda de la A7 valenciana que une esta capital con Alicante. (La opción más corta sigue siendo la Sur-directa, como yo la llamo. Es decir, la que por Alpera alcanza la A-31 y por Villena, Elda y Monforte circunvala Alicante y alcanza Benidorm desde el Sur: 220km, tirando por lo alto, frente a los 253km valencianos, o los interminables 270 del rodeo por Albacete. De todos modos, la alternativa "Sur", supone una incursión por las horrendas y tercermundistas cuestas-aunque tremendamente bellas-cuestas de Alcalá, El Cerro y Alatoz-Alpera.) Alcanzar las verdes planicies mediterráneas desde estos márgenes del altiplano, duro y sediento, supone siempre tener que salvar barreras geográficas de marcada dimensión. Por un lado u otro, se impone bajar y subir cuestas con 1300kg extras arrastrando por atrás.

FOTO 1: En plena ruta, por la carretera de Requena

FOTO 2: Un alto en el camino para tomar café. 110km, área de servicio de Torrente

Esta ruta "del Norte", es decir, la que 14km antes de Valencia nos permite coger la A7, dirección Gandía-Denia-Alicante, nos introduce por los bellos parajes montuosos, tan cercanos al mar, de las sierras de Alzira, Montdúver y la Segaria (que es el último estribo del salvaje conjunto de la Vall de Gallinera, en su camino hacia el Mar). Dejamos atrás Oliva y Pego y rebasamos con admiración montañera los fieros acantilados del poderoso Montgó, que hunde sus raíces directamente en el fondo marino conformando el hito geográfico del Cabo de San Antonio, límite por el Sur del anchuroso Golfo de Valencia. A partir de este punto abandona la costa, hasta Benidorm, su ya clásica estampa de playas subtropicales de finísima arena, para convertirse en una sucesión de rompientes, calas y recovecos como fiel expresión de la porximidad de las montañas. Cuando, tras unos cuantos kms, avistamos a la derecha el imponente Peñón de Ifach, la definida línea de la autopista nos introduce por el estrechísimo paso del Mascarat: un desfiladero constreñido entre ciclópeos cantiles vigilado desde las alturas por las soberbias crestas de la Sierra de Bernia a un lado y  Oltá por el otro (el lado del Mar). Cruzar de Norte a Sur el túnel de Bernia-o del Mascarat-significa cruzar una barrera climática y asomarse a un mundo mucho más luminoso, el apacible, solariego y rentable dominio de Benidorm. Por las fotos veréis que ha sido un puente de tiempo incierto. Pero ello ha posibilitado una atmósfera de contrastes en beneficio del fotógrafo o el excursionista solitario, coleccionistas ambos de paisajes nuevos más proclives a la contemplación poética que esas arrasadas llanuras del centro peninsular.



Fotos 3 y 4: Las enigmáticas crestas de la Sierra de Bernia, en nuestro camino al Sur, una vez rebasado el Montgó y los bravos paisajes de la Segaria y la Vall de Laguar. Escaso tráfico, como véis.

martes, 18 de mayo de 2010

Iª ASCENSIÓN AL MONTDÚVER


Aunque le faltan 150m para alcanzar la mítica línea atmosférica de los mil metros, el Montdúver posee una prominencia (la altura con respecto al valle de salida) de más de 800; lo que la convierte en uno de los gigantes de la Comunidad Valenciana y una de las montañas emblemáticas a la orilla del Mediterráneo. Son, precisamente, esta prominencia sobre el paisaje circundante y la posición geográfica que ocupa dentro del conjunto de Montañas Valencianas (aparte, hay que recalcarlo , de unas formas netamente alpinas) lo que convierte al Montdúver en una referencia destacada dentro del montañismo Valenciano. Xeresa, de cuyo núcleo urbano parte la ruta de ascenso, se encuentra a 26m sobre el nivle del mar. De modo que ya podéis haceros una idea de las pendientes y lo directo del ataque. El tramo inicial por camino asfaltado y ancha pista de tierra, entre naranjos y huertos hasta el Molí y la cantera, es sólo una cómoda aproximación para calentar las piernas. Cuando acometemos el ramal derecho, ya muy próximos a la cantera, y nos metemos por el barranco en busca de la Font del Montdúver, la cosa se pone interesante. Pero lo verdaderamente montano acaece en cuanto tomamos un último trago y llenamos las cantimploras en el bonito paraje de la Fuente del Montdúver, cuyo abundante y fresquísimo caudal brota de la roca en un pequeño anfiteatro de gradas calizas a la sombra de las higueras. (Un lugar estratégico a tener en cuenta.) A partir de aquí-si obviamos el rellano del collado próximo donde parte una pista estrecha de tierra-se suben 500m de golpe con algún paso comprometido y aéreo de por medio: para añadir más sabor alpino a la ascensión.

           El Montdúver es una de esas montañas que he perseguido desde tiempos inmemoriales. La vi por vez primera allá en 1991, cuando efectué la primera ascensión al Caroche y pude contemplar su pirámide casi perfecta levantándose, azul, a la derecha de Cullera y su bahía. Vista desde la distancia (porque es un gigante que se ve desde todos los puntos del cinturón que de Sur a Norte, pasando por el Oeste, cerca Valencia y su anchísimo golfo), siempre parece más grande de lo que realmente es. Destaca mucho más que La Safor o Benicadell, que la aventajan en un par o más de cientos de metros. He aquí un ejemplo de cómo a veces es más importante la posición geográfica que la altitud. Los topógrafos lo saben bien. De modo que esta montaña se erige en vértice geodésico de primer orden. Lo que significa las más amplias vistas a obtener sobre un área geográfica dada. La visión al Norte, a pesar de la calima marítima, de la Serra de Irta, los cientos de Km de línea de costa hasta el Montgó y el Cabo San Antonio, al Sur, que conforman el Golfo de Valencia, confirma lo anteriormente expresado. Sin embargo, una vez en la cima hay que hacer abstracción del horrendo sarpullido de antenas y contrucciones que profanan la cumbre. Nada es perfecto en este mundo desarrollado. Pero todos queremos encender un móvil o el ordenador en casa y tener la suficiente cobertura para comunicarnos o escuchar. [LA FOTO: La cara Nordeste del Montdúver desde el promontorio que alcanzamos cien metros por encima de la fuente homónima, tras una subida en diagonal a través de un estrato calizo característico por el que discurre con mucha pensiente el sendero. Tras esta balconada se llega a un collado donde arranca, o termina, la pista de tierra que circunda al Montdúver por su graderío Norte. Nuestra ruta enfila directamente por la arista de la izquierda hasta la antecima oriental]


martes, 6 de abril de 2010

TORRE LA SAL (RIBERA DE CABANES) Y EL INFLUJO DE IRTA

AVENTURAS EN LA COSTA DE CASTELLON. MAR Y MONTAÑAS.  Este verano nos vio pasar, caravana en ristre, camino de la costa de Tarragona: nos instalamos en el fabuloso camping Sangulí y disfrutamos de la arbolada sombra y la paz relativa que sólo una abundante, pero muy silenciosa, población de holandeses y teutones es capaz de proporcionar. Elegimos este destino por recomendación de unos amigos y también (confieso que para mí fue lo más importante) para situarnos estratégicamente cerca de los Pirineos, que visitamos después, vía Barcelona-Alt Berguedá, instalándonos finalmente en la remota, mínima y muy pintoresca localidad de Gósol, bajo la impasible mirada del Pedraforca. De modo que desde ese bonito mes de Agosto repleto de aventuras caravaneras, no habíamos vuelto a verle el amable rostro al Mediterráneo. Hoy lo vemos con las playas atacadas por el invierno (que ha sido especialmente crudo incluso por estos lares); es decir, con la imagen clásica de los extensos y pacíficos arenales reducidos a la mínima expresión. Son los cantos rodados y pulidos por la marea, hoy, los que constituyen el material de la playa, cuando no la roca desnuda y afilada en la que rompe, todavía, un mar austero, sin concesiones a esa estampa tradicional que se vende en las agencias de viaje. Pero incluso así, de esta guisa poco amable, afectado aún por la resaca del invierno, el Mediterráneo no deja de ser el mar benéfico y colorista que alegra estas costas sobre las que a pocos km tierra adentro lanza la adusta, seca y agria meseta de iberia sus quebradas y pilares rocosos en forma de montañas. Allá en los mil metros de altitud se encuentra, agazapado, el desierto frío de Teruel... Y algo más al Sur, detrás de Valencia y sus fabulsosas vegas de naranjos y arrozales, Cuenca y Albacete...